lunes, 7 de noviembre de 2011

Apaga y vámonos

He vuelto a fallar.
He vuelto a salir perdedor al enfrentarme al problema.
He sumado un nuevo fracaso como gestor ambiental.
Y ahora ha llegado el terrible momento de afrontar las consecuencias de mis actos.
Tendré que cargar sobre mis espaldas con un nuevo incremento en la emisión de carbono y quién sabe, es posible que hasta pueda ser responsable directo de eso que llaman calentamiento global.
Tendré que aprender a vivir sabiendo que he sido un factor determinante en la pérdida de biodiversidad, que he alterado el ciclo hidrológico y que mis fallos van a perturbar esos ecosistemas marinos que aún no he tenido el gusto de conocer en persona.
Me señalarán por haber trastornado el comportamiento de multitud de especies animales y vegetales, por haber reducido la actividad fotosintética en mi entorno más cercano y por  perjudicar tanto la salud de muchos animales como la de mis propios vecinos.
No me quedará mas remedio que asumir que por mi culpa, la luz del sol que garantiza  nuestra vida, caliente y reseque el suelo y prenda fuego a las plantas herbáceas haciendo que el monte arda.
Seré el responsable de la muerte directa de multitud de animales, del estrés de otros tantos y de la desaparición del hábitat de innumerables especies. También seré el responsable de la pérdida de sus madrigueras, de su cobijo y de su alimento.
Incluso alguien me podrá acusar de haber desestabilizado ecosistemas enteros al interferir en las labores de los insectos polinizadores y de los descomponedores, mandando al traste sus cometidos biológicos.
El paso del tiempo revelará que mis errores producen pérdidas irreparables por causa de la erosión, destruyendo la materia orgánica y la estructura del suelo, permitiendo que las gotas de lluvia compacten el terreno, lo que multiplicará los procesos erosivos.
Porque ahora que llegan las lluvias propias del otoño y damos por finalizada la temporada de incendios forestales, constamos que, un año más, el fuego ha vuelto a ganarnos la partida. Y yo también soy culpable.

Arenas de San Pedro (Ávila) 19/7/2011: Equipos aéreos trabajando en la extinción de un incendio forestal


No podemos seguir pensando que el fuego no nos ayuda a la hora de buscar nuevos usos al terreno que antes ocupaban los bosques.
No es cierto que el fuego mejora las propiedades del suelo, haciéndolo más fértil. No de una manera estable.
Basta ya de considerar que el fuego es la mejor alternativa a la hora de eliminar los restos de nuestras cosechas y nuestras podas.
El fuego no es una herramienta más en la ordenación de nuestra tierra.
Y aunque en algunos lugares de nuestro planeta el fuego cumple una función vital en el mantenimiento de ciertos ecosistemas, lamentablemente ese no es nuestro caso.
Todos agachamos la cabeza cuando escuchamos que entre el 80 y el 90 % de los fuegos que sufrimos cada año son provocados; es un dato triste, incluso vergonzoso, pero dormimos plácidamente, con la conciencia bien tranquila porque sabemos que nosotros no hemos tenido nada que ver en esos desafortunados incendios.
Nos consuela saber que cada año hay más y mejores medios para extinguir fuegos, más personal que cuida de nuestros montes, más herramientas burocráticas que protegen nuestros ecosistemas, más políticos que hablan de prevención, de responsabilidad y de lo importante que es educar.

Que tranquilidad....

Seamos serios.
Esto no deja de ser un síntoma más de nuestra falta de conciencia sobre el significado de un mundo globalizado (Aunque parecemos muy pero que muy globalizados cuando contactamos con nuestros amigos del otro lado del globo o cuando recorremos medio planeta en unas pocas horas)
Porque hasta que no seamos conscientes de nuestro papel en esta historia, no dejaremos de ver crecer las estadísticas sobre el número de incendios, ecosistemas calcinados, pérdidas ocasionadas por el fuego, ciudadanos evacuados y victimas mortales.....
No podemos esperar más.
Ya ha llegado el momento de entonar el mea culpa.
Es el momento de reflexionar y reconocer que si de verdad nos importa todo lo que hay en juego, no deberíamos haber permanecido indiferentes mientras nos explicaban cómo la quema de rastrojos y de matorral es habitual en ciertas zonas; no deberíamos haber permitido que aquellas personas dejaran resíduos en el monte, no deberíamos habernos quedado sentados mientras nuestros jefes asignaban los fondos de programas educativos y de prevención a otros proyectos de dudosa necesidad......
Por que en esta lucha contra el fuego, todos somos gestores ambientales, porque todos, de una u otra manera, vivimos y disfrutamos de lo que nos ofrece el medio en el que nos encontramos. Y para todos nosotros cada nuevo incendio nos viene un nuevo fracaso.
Pero tranquilos, que no conviene estresarse, aún tenemos monte suficiente.
Y hasta que llegue ese momento que todos esperamos pero que no todos propiciamos, bienvenidas sean las lluvias del otoño.
Que si no es por ellas....apaga y vámonos.